De los 18 a los 20 años, el ateniense hacía su servicio militar en calidad de efebo. Se le enviaba de guarnición a alguna fortaleza de la frontera ática y allí aprendía el uso de las armas, la táctica y el arte de los campamentos. En ningún caso podía tomar parte en expediciones fuera del territorio nacional.
Durante las licencias, los efebos iban a Atenas, donde se entregaban a los placeres o bien asistían a las conferencias de los retóricos y filósofos de moda.
Al recibir oficialmente las armas, prestaban el juramento solemne de obediencia a las leyes y de adhesión sin límites a la patria, o sea, a su ciudad.
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